LOS TESOROS ARTÍSTICOS DE ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL

 

 

Conferencia pronunciada en Suecia, Estocolmo en octubre de 1938 por Roberto Fernández Balbuena 


No conozco un empeño más difícil que el de lograr la objetividad en la exposición de los hechos en tiempos de guerra y de dictadura. ¡Alguien ha dicho que la primera víctima en la guerra es la verdad! Ciertamente; Nuestra España, la republicana, está combatiendo desde el instante mismo del comienzo de la guerra, no solo por su independencia, sino también para hacer revivir la verdad que nuestros enemigos han tenido buen cuidado de sumergir en una espesa nube de gases venenosos: las mentiras.

La propaganda ha jugado, sigue jugando todavía, en nuestra guerra, un papel muy importante y la propaganda para el consumo extranjero se ha desarrollado enormemente en nuestra contra por los rebeldes y en términosabsolutamente ajenos a los de la lícita argumentación política.

Los rebeldes y sus aliados, africanos, alemanes, e italianos están combatiendo en contra de una República liberal, democrática, fundada en principios directamente inspirados en los que constituyen el A B C de la mayoría de las democracias occidentales.

 

Los argumentos genuinamente políticos no sirven, por consiguiente, para la propaganda de los rebeldes, Deliverdamente han adoptado otra línea: para esquivar la discusión política que sería para ellos difícil, han inundado el mundo con truculentas novelas acerca de las atrocidades de los rojos; vírgenes violadas, monjes y curas quemados vivos, monasterios incendiados, saqueos, nuestros tesoros artísticos vendidos, las obras maestras del Museo del Prado entregadas a Rusia....

¿Hasta donde la verdad en estas historias difundidas sin medida por la prensa mundial por los propagandistas rebeldes y sus aliados moros tentones e italianos?

 

Es mi propósito someter a la consideración de uds algunos hechos, algunas cifras, para que conozcan en cierta medida la importancia del trabajo que, en España, durante la guerra, se ha estado haciendo para la salvación de su tesoro artístico.

Este trabajo ha ocupado todas mis horas en Madrid, sin descanso, desde los primeros días de Julio de 1936, hasta comienzos de mayo de 1938, cuando fuí llamado a Barcelona por la Dirección de Bellas Artes para colaborar en la solución de algunos problemas relacionado con nuestro patrimonio artístico.

Creo que dos años de incesante labor me autorizan para suministrar los detalles que pueden interesar a quienes deseen

conocer las medidas adoptadas por nuestro Gobierno para la protección de la Cultura y el Arte,

Aspiro a que la verdad sea conocida, Lo considero un deber como europeo civilizado. Es preciso contribuir a la discusión entablada en torno de las disposiciones que nosotros hemos adoptado para hacer frente al problema que se alzó ante nosotros.

Ese problema mejor tantos problemas que en muchos casos se presentaron por primera vez en la historia acaso algún día se convierta en amarga realidad, en más amarga realidad para otros países.…

Esta nueva guerra de Independencia de España es para las dictaduras un ensayo de la que están preparando el camino contra el mundo.

 

Deseo en nombre del Arte, de la Cultura-de todos los ideales que hacen deseable la vida-, ofrecer a los hombres que algún dia puedan verse obligados a afrontar condiciones similares a las que nosotros estamos enfrentados, considero un deber de europeo civilizado- permítaseme repetirlo- comunicar a esos hombres algunas de nuestras dramáticas experiencias.

Espero, lo espero de todo corazón, que estos bellos países del norte no sean sorprendidos, si una guerra estallará; tan desprevenidos como nuestro Gobierno por el levantamiento de 17 de Julio de 1936.

 

Las tropas que hubieran debido ser empleadas para la defensa de la autoridad legal combatieron contra el gobierno al lado de los moros y de la legión extranjera. Nuestro Gobierno no tuvo otro camino que entregar las armas disponibles al pueblo para no someterse pasivamente a los generales rebeldes-nes, de paso sea dicho, se habían asegurado, también, las bendiciones de Obispos y otras autoridades eclesiásticas-...

Inevitablemente algunas de aquellas armas cayeron en manos de elementos irresponsables, meros bandidos en muchos casos, que constituyeron grupos cuyo sometimiento fué muy ardua tarea en los primeros días, tarea que sin embargo el Gobierno pudo llevar a cabo.

De hecho, esos elementos, esos forajidos eran los más eficientes colaboradores de los rebeldes, pues constituyeron un peligroso frente de lucha a espaldas de nuestras tropas, es decir de nuestras milicias.... Pero eso, como Kipling decía: 

“is another story” ....

 

A las once de la noche del día 17 de julio de 1936, un camión cargado con legionarios ocupaba las Oficinas de Correos de Larache en el Marruecos español. Fué el comienzo de la insurrección. El 19 la insurrección estalló en Madrid, Barcelona, Sevilla, Toledo, Tarragona, Burgos, Valladolid, y en otras poblaciones en las que había guarniciones militares.

Pronto las improvisadas milicias del pueblo sitiaron a los amotinados en sus cuarteles. Solo dos días se necesitaron en Barcelona, tres en Toledo para dominar a los rebeldes.

En Madrid el general Fanjul y los oficiales y tropas que resisten en el "Cuartel de la montaña uno de los mayores de Madrid-se rindieron el día 20.

Pués bien, el dia 23 de Julio, es decir, solo seis después de iniciado el movimiento, la Gaceta publicó un decreto por el que se creaba en el ministerio de instrucción Pública y Bellas artes la "Junta de protección del Tesoro artístico Nacional", es decir el organismo encargado de ocuparse de tal tarea.

La Junta formada al comienzo por cinco miembros tenía autoridad para designar auxiliares. Con asombrosa rapidez, artistas, arquitectos, profesores, escritores, -entre ellos seis auxiliares femeninos, se agruparon en aquella. Con la misma rapidez la Junta extendió su propósito a las provincias designando "Juntas Delegadas".

El decreto oficial establecía claramente las atribuciones de la Junta para "incautarse, en nombre del estado de manera provisional de toda la propiedad artística, para protegerla de los riesgos de la guerra; de todo aquello que tuviera un valor

histórico, artístico o arqueológico.

Con ese criterio absolutamente todo lo recogido por muy insignificante que fuera se señalaba con una etiqueta en la que se hacía constar la procedencia, el nombre del propietario y era cuidadosamente catalogado e inventariado. Este trabajo

de catalogación fué encomendado desde el comienzo a los especialistas más calificados que de acuerdo con sus respectivas especialidades, proceden a clasificar libros, manuscritos, esculturas, pinturas, objetos de oro y plata, relojes, cerámicas, tapicerías, armas y armaduras, etc.

Los miembros de la junta, distribuidos en grupos diversos, disponían para su trabajo, de un automóvil y un camión por grupo y cada grupo estaba constituido por tres o cuatro personas entre las cuales se procuraba incluir un arqueólogo.

El difícil problema de los transportes-camiones y automóviles son de incalculable valor en la guerra-fué resuelto con la ayuda de las agrupaciones políticas y de los sindicatos, y en poco tiempo la Junta dispuso-en Madrid-de cuatro automóviles de turismo y cuatro camionetas, y camiones además presta-por las fuerzas aéreas y por las de carabineros, vehículos especialmente equipados, al igual que los suministrados por el "Ministerio de la guerra y protegidos por fuerzas motorizadas de la Policía. La gasolina, aun en los días más difíciles era suministrada por el Ministerio de la Guerra, por medio de vales especiales; de esa manera los transportes y el incesante trabajo no sufrían interrupciones.

Muy pronto el problema de almacenamiento se hizo difícil.

Se consideró al comienzo que los Museos serían los lugares más seguros; se decidió, pues, depositar en el Prado las pinturas con la excepción de las obras de arte moderno, que se almacenaron en el Museo de Arte Moderno. Los libros, manuscritos y archivos fueron llevados a la Biblioteca Nacionàl y al Archivo Histórico Nacional, en tanto que las esculturas, cerámicas, tapicerías, armaduras, relojes, lámparas, muebles, etc, fueron almacenados en la Iglesia de San Francisco el Grande de gran capacidad y en la que se disponía de unos sótanos seguros.

Muchos visitantes extranjeros han estado en España durante la guerra. Unánimemente han reconocido que nunca se ocultó nada para su curiosidad o sus preguntas. Se les llevó a donde solicitaron ir y se les mostró todo lo que solicitaron ver.

Esos visitantes visitaron nuestròs museos nuestros depósitos, y si en algunas ocasiones resultaba fatigosa la vista de tantos objetos y obras de poca calidad o de calidad secundaria, almacenados en museos e iglesias, tuvieron al mismo tiempo ocasión de apreciar la extensión de la labor que estábamos realizando, y el respeto que el pueblo español mostraba por las reliquias del pasado.

Les parecía milagroso casi como lo escribió sir Frederic Kenyon ex-director del British Museum que "una cantidad tal de objetos de valor haya podido escapar de los peligros del saqueo y de la destrucción... Que tal cuntidad de tesoros haya salvado indemne primero un corto período de caos; después los ataques con bombas incendiarias y por bombardeos."

Tan pronto como la guerra comenzó los directores de los museos adoptaron las pertinentes medidas para evitar los posibles daños. En el Prado, en el Museo de Arte Moderno, en el Arqueológico en la galería de la Academia de Bellas Artes, en la Biblioteca Nacionàl, todo fué trasladado a los pisos bajos y los sótanos; los lugares más seguros se eligieron para las obras maestras, para los libros más valiosos y raros, en tanto que protecciones de sacos de arena se hicieron en los lugares de los que no era posible cambiar los objetos.

Dos grandes salas del Museo Arqueológico sirvieron para disponer en ellas plataformas de madera en tres alturas, formando un sólido andamiaje capaz de fortalecer la resistencia de la estructura de sus techos, y permitiendo, a la vez, disponer de más espacio para almacenamiento.

Por fortuna cuando los grandes bombardeos comenzaron sobre Madrid todo en los museos

se hallaba en los lugares más seguros que fué posible lograr.

El trabajo se organizó, pués, con el criterio de de concentrar todo en el menor número posible de depósitos, con protección suficiente contra daños posibles y casuales, aunque no pues ello era casi imposible-contra bombardeos deliberados y prolongados ni contra imprevistas condiciones.

 

He aquí algunas cifras y detalles en relación con la Junta de Madrid, esta Junta estaba reorganizada, desde noviembre de 1936, cuando el Gobierno salió de Madrid.Yo presidía la Junta y estaba constituida como sigue:

Un crítico de arte.

Dos profesores de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.

Dos profesores de la Escuela de San Fernando.

Cinco profesores de la Universidad de Madrid.

Cuatro arquitectos, dos de ellos del departamento de conservación y restauración de monumentos antiguos.

Cinco arqueólogos, especializados en: arqueología, muebles, libros pergaminos etc, entre ellos una mujer especialista

en encuadernaciones.

Tres mujeres profesoras de institutos de enseñanza secundaria una de ellas profesora de historia del arte, dos de dibujo.

Dos mecanógrafas.

Dependientes también de la Junta, trabajaban:

Tres profesores en el Museo Arqueológico

Cuatro en el Archivo Histórico nacional

Veinticinco en la Biblioteca Nacional.

Disponíamos además de ochenta y cinco subordinados procedentes de los museos.

Trabajaban también tres fotógrafos.

La junta estaba constituida por 151 personas de las cuales 24 eran mujeres y se desarrolló con la mayor eficacia posible.

Algunas cifras dan idea de la labor.

Cuadros recogidos y catalogados hasta el mes de marzo de 1938: 20,000.

Esculturas y cerámicas: 12,000.

Muebles: 2,000.

 

Libros y manuscritos; cerca de un millón.

Archivos eclesiásticos: 24. De los 25 archivos parroquia

Los de Madrid fueron salvados 22.

El promedio de catalogación diario, hasta el 27 de enero

según estadísticas era:

Cuadros: 30

Esculturas cerámicas 37.

Muebles:65.

Libros: 400.

Legajos de archivos: 32.

Entre los cuadros catalogados, no pertenecientes a museos se hallaban: 32 Greco, 15 Zurbarán, 55 Goya, 9 Tiziano, 6 Tintoretto,35 Giordano, 2 Van der Weiden, 1 Quentin Metsys (una de sus obras maestras).

 

Podríamos afirmar que, por primera vez en la historia, se ha comenzado a hacer el inventario de la riqueza artística en poder de particulares. Ese inventario se hacía por los más competentes especialistas.

 

Todos los museos de Madrid estaban bajo el directo control de la Junta. Los restauradores del Prado proceden a la limpieza y en casos necesarios a la restauración y consolidación de las pinturas que estaban dañadas por incendios o lo que era más frecuente por su larga permanencia en lugares oscuros y húmedos en iglesias y monasterios. Debo decir que todos los museos, bibliotecas públicas y en general todas las colecciones nacionales de arte fueron respetadas.

La Junta tenía además a su servicio dos talleres: uno formado por estudiantes de la Escuela de Bellas Artes que pintaron cientos de carteles invitando al pueblo a respetar y conservarmsu herencia de arte; trabajaban durante el día y

después los mismos se ocupaban de la colocación de los carteles en las calles y edificios.

En el otro taller trabajaban los fotógrafos quienes asesorados por los especialistas tomaban fotografías de todo lo que se juzgaba de interés para posteriores investigaciones. Los archivos de ese taller, habían alcanzado, en Marzo de 1938, un número de fichas fotográficas de 2,000; pinturas, esculturas, piezas de cerámica, documentos, etc... en general de todo aquello de excepcional interés y de obras desconocidas hasta entonces.

Cuando fuí requerido por el General Miaja, para desalojar la Iglesia de San Francisco, por necesidades militares-se encontraba a unos ochocientos metros de las líneas enemigas, en las que con un periscopio podía advertirse la presencia de las tropas africanas, la enorme tarea de trasladar cerca de 100,000 objetos de toda clase (entre ellos algunas carrozas de gala) a lugares más seguros, la tarea se llevó a cabo con asombrosa rapidez exigida además por la urgencia impuesta por el mando militar. No se abandonaron, sin embargo, las labores de almacenamiento y catalogación de todo lo que incesantemente llegaba la junta.

 

Madrid fue la primera ciudad europea objeto de bombardeos aereos y en gran escala.

El 29 de agosto, los aviadores franquistas arrojaron las primeras bombas, El 23 de octubre a las nueve de la mañana la capital se vió atacada por el primer escuadrón de aviones alemanes los Junker que desde entonces continuaron hasta hacerse casi familiares para los madrileños. El 29 de octubre fueron arrojadas 14 bombas; el 30 del mismo mes, poco después del oscurecer comenzó la ofensiva general por aire y tierra.

En el mes de Noviembre Madrid fué sometida a un endiablado bombardeo durante 28

Días casi sin interrupción. Además de los ataques por el aire, el 8 comenzó el bombardeo por la artillería pesada alemana.

Hubo dias en los que la comision de auxilio de bombardeos recibia noticia de que 250 edificios de diversa indole habian sufrido destruccion parcial o total.

Es imposible dar cuenta de las casas destruidas durante la jornada del día 18, del número de ancianos, niños, hombres y mujeres, muertos, quemados, o despedazados por el fuego y los explosivos. En las primeras horas de la tarde de aquel día, 18 de noviembre, Madrid aparecía como inundado por un mar de llamas y humos; aquel diabólico bombardeo continuó durante toda la noche.

Cuando se compara los combates aéreos de 1914-1918, con las batallas entabladas por enormes flotas de aviones-a veces 150, acompañados por los aviones de caza-los aviadores de la I guerra se nos figuran tan románticos y remotos como los caballeros de la Mesa Rotonda.

 

Si se piensa que el centro de Madrid estaba situado solo a una distancia que podía recorrer en treinta minutos, para llegar a las trincheras, que los edificios estaban siendo diariamente dañados por los proyectiles, que el Prado, la Biblioteca, el Museo de arte moderno, la Academia de Bellas Artes, el Museo Arqueológico, el Palacio del Duque de Alba recibió bombas incendiarias, es preciso admitir que la decisión más sensata era la de sacar de la capital los objetos y obras de arte.

Porque, además, no solo era preciso resolver problemas de almacenamiento, el carbón y la energía eléctrica no era posible pensar en utilizarlos. Tampoco lo era reponer los cristales de puertas y ventanas y en mucho las puertas y ventanas también destruidas, Ni podíamos disponer de sacos de arena tan eficaces; los ocupaban las necesidades militares; desde el comienzo estábamos privados de la madera.

El día 7 de noviembre salió el Gobierno hacia Valencia. El día 10 partió hacia la misma ciudad el primer camión cargado con "Las Meninas" de Velazquez y el retrato ecuestre, de gran tamaño, de Carlos Vº por el Tiziano.

Se estableció con todo detalle el plan de evacuación; se tomó la decisión de sacar de Madrid, primero las obras maestras de más importancia, y preferentemente las de los maestros españoles. Se hizo, al mismo tiempo, una selección de tapices, libros manuscritos y de todo lo más importante para la historia de la cultura española y del arte español.

Todos los libros y cuadros fueron empaquetados en cajas reforzadas, perfectamente envueltos en el interior de las mismas. Puedo asegurar que solamente cinco cuadros fueron excepcionalmente embalados sin sus marcos, pues todos los demás los llevaban. Se tomaron, asimismo precauciones contra los peligros de vibraciones y golpes durante los traslados.

 

Se tomaron fotografías de algunos cuadros para observar, una vez en Violencia, los posibles daños, y procedieron, en caso necesario a su reparación. La experiencia, sin embargo, ha llevado a nuestros especialistas a la conclusión de que es preferible quitar los marcos de los cuadros y enrollarlos en cilindros de madera como mejor garantía. Eso se hizo únicamente, al comienzo con el San Mauricio del Greco, procedente del Escorial, y cuatro grandes telas de Goya, que, por su excesivo tamaño,no habrían podido pasar por el puente de Arganda-puente de hierro que impidió el paso de las Meninas -muy cercano a la línea de fuego, durante los peligrosos días de la ofensiva enemiga del Jarama.

Los camiones en que se trasladaban las obras de arte desde   Madrid iban siempre al cuidado de uno o dos miembros de la Junta para vigilar la velocidad durante el camino, que hubiera sido peligrosa, y llevaban, además, protección militar.

Las pinturas en madera se mantuvieron en Madrid hasta tanto que se dispuso en Valencia de las adecuadas instalaciones para evitar los peligros de la humedad, en los depósitos.

En Valencia, las Torres de Serranos, que son una de las entradas de la ciudad medieval, sirvieron de depósito; previamente habían sido reforzadas con concreta arena las bóvedas, lo que permitió disponer de tres almacenamientos. Las puertas interiores se acondicionaron con orificios para prevenir los efectos de las explosiones - asimismo se instalarán dispositivos para regular la temperatura y la necesaria ventilación. Se custruyeron puertas especiales, de hierro y asbesto.

 

Los cuadros que, por su tamaño, no podían pasar por las puertas fueron llevados a la Iglesia del Patriarca en la que se habían montado medidas similares.

Las vicisitudes de la guerra han obligado a buscar lugares más seguros. Quedaron vacíos los depósitos tan cuidadosamente preparados en Valencia y todo lo almacenado se trasladó a un antiguo castillo cerca de Gerona, acondicionado en la misma forma.

 

Aunque el Prado no alberga las mejores obras no por ello obtiene un número inferior de obras de arte; están depositados en las mejores condiciones posibles las pinturas de secundaria importancia, procedentes de colecciones particulares, y de otros músculos alrededor de 25,000 fichas de nuestro archivo.... las armaduras del Palacio Nacional y la biblioteca del mismo de cerca de 250,000 volúmenes.

 

Obedeciendo a la campaña de descrédito de que somos objeto se ha dicho que no era preciso sacarle Madrid las obras, puesto que se disponía para conservarlas en la capital de las bóvedas adecuadas, especialmente construidas en los locales más profundos del Banco de España; esas bóvedas fueron utilizadas, pero resultaron inadecuadas: los universalmente conocidos Grecos de Illescas fueron depositados, acaso inconscientemente por el alcalde de Illescas que se negó a entregarlos a la Junta y cando unas semanas más tarde fueron examinados aparecieron abiertos totalmente por una gruesa capa de moho. Digamos, además, que unas cámaras subterráneas sin la necesaria instalación contra humedades no constituyen lugar seguro como depósito, y la humedad es por lo menos un peligro tan grande como pueda serlo una bomba.

Las pinturas y los libros procedentes del Escorial fueron igualmente llevados al Banco, para depositarlos en los sótanos más profundos en los que se hallan las cajas de acero de seguridad; en la práctica resultó imposible hacerlo; ni el tamaño de las puertas ni el ancho de las escaleras permitieron el paso de las cajas.

 

El corresponsal en Madrid del Times de Londres, el 23 de agosto último, en un artículo que suministra una detallada información acerca de las medidas tomadas escribe: "la controversia no tiene valor en las presentes circunstancias y ambas partes - republicanos y fascistas- harían mejor en dejarla a un lado y cooperar, en lo posible, en la salvación de la común herencia de un pasado glorioso".

Nosotros, los republicanos, no hemos iniciado la controversia. Hemos trabajado-seguimos trabajando-para decir la verdad, para establecerla, porque ha sido alterada. En relación con nuestra riqueza artística hemos ofrecido al mundo toda la información que se nos ha pedido; quienes han leído nuestros informes, nuestros folletos, conocen todo acerca de lo que está al cuidado de nuestro gobierno. ¿Qué saben, que han preguntado acerca de lo

que está en poder de Franco? ¿Quien ha preguntado algo acerca del "Entierro del Conde Orgaz"... acerca de los Grecos de Toledo?

Mr Kenyon, ex director del Museo Británico y Mr Mann, conservador de la Galeria Wallace, que rindieron un informe después de su visita a Madrid, Valencia y Barcelona, en donde se les mostró tocó cuanto solicitaron ver, ¿ han  sido invitados por Franco como fueron invitados por el gobierno republicano para ver en la zona fascista algún trabajo organizado de salvamento?....

Para nosotros que tan exquisito cuidado hemos dedicado a los museos, colecciones y galerías de madrid, que hemos mostrado todo a nuestros visitantes, sin restricción alguna y sin excepción resulta como un sorprendente enigma advertir que nadie ni en la prensa extranjera, ni en parte alguna, siente la ansiedad que se ha mostrado con lo preservado por nosotros respecto a lo que esté en poder de Franco...y todos saben que la República nada -porque no se ha visto obligada a ello- ha hipotecado o enajenado ni del cuerpo ni del alma de España.

Pero estas palabras son una digresión provocada por el corresponsal del Times, quien, al final de su artículo pregunta: ¿dónde está el vívido retrato del Gran Duque de Alba, por el Tiziano?; "¿está todavía en algún escondite, en Madrid, solo conocido por su dueño?; ¿ha sido destruido o se conserva?",y añade:

“he ahí un un enigma de interés mundial tan grande como la reputación no solo del pintor sino también del gran general"…...

Pues bien, eso enigma puede ser desvelado facilmente; da hecho lo fué ya hace bastantes meses; sé que en el Times-no pudo precisar la hora y la fecha- se publicó algo, por el primer presidente de nuestra Junta Carlos Montilla -acerca del cuadro de Tiziano, algo acerca del paisaje de Rembrandt, en la misma coleccion del Duque de Alba, algo acerca de algunas pinturas italianas, un dudoso culdro quatrocentista, un Palma Viejo, y otros cuadros...

Cuando las milicias comunistas ocuparon el Palacio de LIBIA ,propiedad del Duque de Alba, y bajo los auspicios del Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Sr Barnés, abrieron las puertas del palacio convertido en Museo, esos cuadros no estaban allí... Faltaban porque el duque descendiente gran General español, que tenía buenas razones para saber cuando estallara la insurrección militar, ya había tenido buen cuidado de buscar el escondite para sus mejores cuadros en una embajada extranjera. De modo que el Tiziano, y las otras pinturas de la colección

Alba estaba bien protegida y escondida bajo pabellón extranjero. El escondite era conocido no solo por Alba, sino por nuestro gobierno.

 

Hasta aquí me he ocupado de la labor constructiva de nuestra Junta; quiero añadir algunas consideraciones respecto a las pérdidas sufridas.

Nunca hemos hecho la menor tentativa de ocultar que ha habido destrucciones, sobre todo al comienzo de la guerra, y especialmente en iglesias y edificios religiosos.

Hasta el año de 1935 la Iglesia en España, era uno de los más grandes terratenientes del País. En España la Iglesia, tenía tan grandes sumas invertidas en la banca, la industria y grandes empresas industriales, y comerciales y navieras, que para salvaguardar esos intereses materiales se vió arrastrada a participar en las intrigas diarias de la lucha política. Claramente su actitud política ha sido dictada por esos intereses seculares; y resultó natural consecuencia de ellos al clero español ha seguido siempre una política antiliberal y anti republicana que le ha llevado a adoptar una actitud de beligerante en la guerra. Se comprende fácilmente que esa actitud del clero español haya suscitado violentos sentimientos anticlericales en el pueblo, aunque el pueblo español sea religioso en gran parte, pero en gran parte también es anticlerical...

Las torres de las iglesias, en muchos casos fueron usadas como productos estratégicos durante los primeros combates en las calles; desde muchas se ametralló al pueblo en los comienzos de la sublevación.

La reacción era inevitable; los resultados eran los que eran de esperarse; Algunas iglesias fueron incendiadas. Pero no todo el pueblo estaba conforme con la destrucción de lo que pronto aprendió a considerar como patrimonio nacional y en muchas ocasiones los mismos irresponsable elementos empeñados en el saqueo o en los incendios acudían a entrar a la Junta hasta objetos insignificantes que ya comenzaban a considerar de propiedad de la Nación que sin distinción consideraban valiosos.

Pronto las fuerzas y elementos de orden se impusieron y la junta pudo tomar medidas eficaces no solo para la protección, sino que se vió asistida por casi todos. Pudiera en realidad decirse que la Junta comenzó entonces a trabajar a la cabeza de un movimiento general de salvamento.

Entre las milicias, sindicatos y organizaciones políticas se constituyeron grupos de rescate que pronto establecieron contactos y se disciplinan bajo la autoridad oficial y así se pudo lograr la recogida de numerosas piezas de todo género diseminadas en iglesias rurales abandonadas.

Puede asegurarse que, aunque algunos monumentos y piezas de primera clase han sufrido graves daños o han sido destruidos, las proporciones de las pérdidas son menores de lo que hubiera podido esperarse. En muchos casos, como en Cataluña, la destrucción de retablos de altares de los siglos I8 y I9 ha permitido encontrar pinturas murales y retablos medievales que estaban ocultos por esas decoraciones inferiores y de épocas posteriores. Es evidente que la recuperación de esas piezas ha significado una evidente ganancia.

Es difícil precisar por ahora la cantidad de pérdidas sufridas, por las cifras que siguen relativas a Cataluña, pueden con mucha aproximación ser aplicadas a Madrid, Valencia y otras provincias y hasta es muy posible que la estimación final sea más favorable.

En Cataluña, por ejemplo, la riqueza mueble (escultura, trabajos en oro y plata, tapices, pinturas etc) estaba distribuida en cifras muy aproximadas, como sigue:

Los Museos poseen un 50%

-totalmente salvado

Las Catedrales - 30%- casi total,

Las colecciones particulares- 5% - casi total,

las iglesias parroquiales rurales- 15%- 2\3 salvados. 

La pérdida total, pues es en Cataluña alrededor de un 5% del total del patrimonio catalán. Estas cifras son anteriores la invasión de Cataluña.

A partir de Noviembre de I936, todas nuestras ciudades, villas y pueblos fueron sometidas a bombardeos casi diarios.

El diario trabajo continua para la Junta.

Nuestra guerra puede ser considerada como un implacable experimento de significación internacional: en ella seestán empleando los modernos métodos y armas y las más despiadadas técnicas.

Es ya posible establecer algunas deducciones en relación de la protección de los valores espirituales como valores de significación internacional; inevitablemente se llega a la conclusión desconsoladora de que todas las medidas que pueden adoptarse, en tiempos de guerra en relación con la labor como la Jue a nosotros nos ha ocupado caen muy dentro de lo utópico; de que no hay posible defensa contra ataques deliberados, aunque previamente se hayan adoptado las medidas pertinentes y posibles.

Aunque se llegara a un acuerdo internacional, es imposible en la guerra moderna, mantener como objetivos no militareslas ciudades históricas.

Una eficaz artillería antiaérea solo obliga a los aviones arrojar sus cargas desde alturas más grandes, y los hombreseligen sus blancos con el ciego espíritu de lo que es la guerra: la destrucción. El mundo tiene que considerar que es preciso atender a la salvaguardia de los valores espirituales para defenderlos de la destrucción... Pero ¿cómo puede llegarse a ese ideal? ¿Es que sería posible la creación de un organismo intermedia para ese fin? Y, de lograrse, “o resultara ese organismo tan ineficaz como ha sido la Sociedad de las Naciones para

impedir la guerra y el chantaje internacional?

Pienso que la mejor labor que puede hacerse y debe hacerse cada vez con mayor fé y mayor intensidad es trabajar por la PAZ.