ELENA ASINS. ENTRE LA CIENCIA, EL ARTE Y LA FILOSOFÍA
Proyecto de Galería Freijo en Galería Trinta
29 de julio a 12 de septiembre de 2021
Renunciar a la mancha, a la figura, al colorido, al gesto, quedarse con la línea, desterrar las curvas, la inclinación, luchar con la simetría, templar los nervios, hacerlos sonar como cuerda de guitarra, estudiar las relaciones armónicas de su vibración, estudiar el número, encontrar su estructura, sentirla, vivirla…
J. Maderuelo (1979). “La rigurosa pintura de Elena Asins”.
En Elena Asins. Fragmentos de la memoria (2011), cat. exposición. Madrid: MNCARS, 160.
Elena Asins (España, 1940-2015) fue una artista polifacética, cuya obra se encuentra en la intersección entre la lógica, la lingüística, las matemáticas, la filosofía, la música, la tecnología, la arquitectura y las artes plásticas. Pionera en el arte conceptual y cibernético, Asins tuvo una formación experimental y multidisciplinar. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de París, en la Universidad de Stuttgart, donde estudió semiótica de la mano del profesor Max Bense, en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid y en la New School for Social Research y en la Columbia University (Department of Computer Science: Computer Art) en Nueva York.
Todos los aspectos de su vida, desde los más íntimos y cotidianos hasta los más públicos, a través de su obra, podrían englobarse bajo el término Gesamtkunstwerk, la obra de arte total. Esto comprendería no solo sus maquetas para un proyecto de ciudad, sus esculturas públicas, sus partituras abstractas basadas en los cuartetos prusianos de Mozart, sus esculturas en alabastro y piedra negra de Zimbabwe, sus figuras megalíticas, sus dibujos digitales, etc., sino también sus cartas y anotaciones personales, el aislamiento de su casa en Navarra, su vida solitaria, la ropa que vestía, y su manera de ver la televisión, todo ello en blanco y negro, todo ello parte de su pensamiento, expresión y lenguaje. Asins no establece una distinción entre arte y vida, entre arte y no arte, sino que entiende el “ARTE dentro de la vida (una vida como arte y un arte como vida)”.[1] De esta manera, la estructura, el orden y la lógica impregnan su vida y su carrera artística, dando lugar a esa Gesamtkunstwerk, que tiene un carácter claramente procesual y experimental, adjetivos ambos inseparables de su obra. Según la propia artista, “lo importante es el pensar sobre la realización de una obra, el estudio, el encontrar,” es decir, el proceso, la búsqueda, el concepto y el pensamiento detrás.[2]
A través de recursos expresivos como la variación, la repetición y la geometría, siempre con una base lógica y matemática, Asins desarrollaba su lenguaje, materializado en obras de gran serenidad, elegancia y rigurosidad. En palabras de la propia artista, “no me guío por criterios de belleza, sino por criterios de la lógica y de la ética matemática. Estamos ante un algoritmo, entonces, si yo quito una figura o la modifico, estoy mintiendo.”[3] Se trata, pues, de una estética algorítmica, ligada también al mundo de la programación, de la informática y del lenguaje binario, de ceros y unos, de positivos y negativos, de blancos y negros. Su obra se construye a través de combinaciones, de repeticiones, de variantes y variables matemáticas, que constituyen los posibles estados de la realidad, de las cosas y de la existencia. Seguidora ferviente de la filosofía de Ludwig Wittgenstein, Asins refleja su pensamiento a través de su obra, en su intento de dibujar digitalmente un cubo de cuatro dimensiones, o en su creación de “objetos [que] contienen la posibilidad de todos los estados de cosas.”[4] [5]
Según Wittgenstein, “el pensamiento contiene la posibilidad del estado de cosas que piensa. Lo que es pensable es también posible.”[6] Pareciera que la obra de Asins fuera un constante recordatorio de esta afirmación del filósofo austriaco. Cada pensamiento de la artista se traduce en un objeto, que contiene una de las posibilidades del ser, de la existencia, que ella acompaña de otras múltiples variantes, de otros objetos, cada uno de ellos con sutiles alteraciones apenas perceptibles al ojo humano. De estas variantes, ninguna es completa en sí, de manera individual, inerte y aislada, sino que se interrelaciona con los demás objetos, con el entorno y con el propio espectador, sin el cual no se produciría la comunicación, la transmisión del significado y el sentido del arte. Se trata de una concepción del arte que no es estática, sino que también incorpora y depende de aquellas ideas que genera en quien contempla, convirtiendo el encuentro entre espectador y obra en un llamamiento al pensamiento y a la introspección.
Queda, por tanto, patente que la obra de Asins parte del pensamiento y del lenguaje, ya sea filosófico, algorítmico, matemático o artístico. Como mediador entre el pensamiento y la obra actuaba en la mayoría de los casos el ordenador, casi desde los comienzos de su carrera artística. El primer encuentro entre la artista y su cómplice tecnológico tuvo lugar en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, cuando a mediados de los años 60 llegó por primera vez a la universidad española una computadora, la máquina IBM. Desde entonces, su interés por la programación, por la relación y comunicación entre humano y máquina fue en aumento. Como bien indica Miguel Ángel Valero Espada, “crear con un ordenador es el arte de comprender la naturaleza de lo digital, entender los principios que rigen el pensamiento de las máquinas”.[7] Precisamente es esta la constante en la obra de Asins: esa búsqueda permanente del entendimiento y la comunicación a través de diferentes lenguajes y disciplinas, dando lugar a obras sinestésicas, difíciles de clasificar, situadas en el paréntesis, en la intersección, en el silencio y en la pausa, situadas entre lo bidimensional y lo tridimensional, lo artificial y lo natural, lo tangible y lo intangible, la presencia y la ausencia, el vacío y la plenitud. Al desprenderse del adorno, del color, e incluso, en ocasiones, de la impronta humana, Asins se decanta por la elegancia de la línea digital, la serenidad de la estructura lógica y la sutileza de las formas geométricas puras, sin ello implicar un abandono del misterio o de la magia que llevan al ser humano a asombrarse o sobrecogerse con esa obra de arte total (Gesamtkunstwerk) de Asins.
Texto de Jessica Janeiro Obernyer
Historiadora del arte
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[1] Elena Asins (1984). En Elena Asins. Fragmentos de la memoria (2011), cat. exposición. Madrid: MNCARS, 204.
[2] Elena Asins, en J. Robledo-Palop (2011). “La desaparición de la imagen. Conversación con Elena Asins”. Forma. Revista d’estudis comparatius. Art, Literatura, Pensament. Vol. 4 (pp. 43-52). Barcelona: Universidad Pompeu Fabra, 47.
[3] Elena Asins, en J. Robledo-Palop (2011). “La desaparición de la imagen”, 47.
[4] En su obra ZETTEL. LUDWIG WITTGENSTEIN. Table V (…, c-2b+a, d-2c+ b, e-2d+c, …), realizada en 1987 en Nueva York, Asins trata de llevar a cabo la propuesta del filósofo de imaginarse un cubo de cuatro dimensiones, que mencionó en sus conocidos Zettel (Papeletas), un conjunto de fragmentos que el autor guardó con el objetivo de incorporarlos en futuros textos, y que escribió entre 1931 y 1948.
[5] Ludwig Wittgenstein (2009, basado en el original, publicado en el año 1921), Tractatus Lógico-Philosophicus. Investigaciones filosóficas sobre la certeza. Madrid: Editorial Gredos, 11.
[6] Ibidem., 19.
[7] M. V. Espada (2012). “Elogio a la programación”. En Del cálculo numérico a la creatividad abierta. El Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (1965-1982), cat. exposición. Madrid: Centro de Arte Complutense (c arte c), 59.